viernes, 3 de junio de 2011

Tetraktys



“El único crimen perfecto es aquel que se resuelve con un falso culpable”


Hay momentos en que la desaparición se transforma en el más seductor de los consuelos a una existencia desesperada sobre el mundo...

Hay momentos en que la fantasía de no ser frente a lo sensible, de simplemente desvanecerse en el aire con un hechizo certero, cobran la fuerza de ser una posibilidad.

Es entonces que el ingenio encuentra la probabilidad. Es ese el punto en el cual el deseo se materializa y permite mover las partes.


TETRAKTYS

Cuentan los que vivieron en tiempos pretéritos que al inicio de agosto, era común el paso de un grupo de artistas circenses por La Colonia.

Todos los años, al inicio del mismo mes, llegaban a montar su espectáculo de variedades con alguna innovación que con el paso del tiempo, se fue transformado en lo más esperado de estas extravagantes visitas.

En el agosto de ese año hacía mucho frío. Igualmente, la gente del circo llegó al poblado apenas pasada la fiesta de San Cayetano.

Montados en altos zancos y al son de tambores, recorrieron las pocas calles de tierra apisonada, anunciando dos funciones para el fin de semana inmediato.

Sabiendo del atractivo de estos espectáculos, casi todo el mundo se aprontó para asistir a la velada. La mayoría palpitaba con el anuncio de un espectáculo de ilusionismo que se revelaba insólito y deslumbrante para la tranquilidad del lugar.

El día de la función, la carpa estaba plenamente colmada. Lo mismo ocurrió en la segunda función y aun así quedaba gente que quería asistir, por lo cual se anunció una tercera para mitad de la semana siguiente.

Todos hablaban del espectáculo de magia que el circo había traído como novedad ese año. Un joven vestido con una capa negra, pedía una persona del público y creando una danza con lienzos de colores, al cabo de unos segundos lograba que esta desapareciera. Quien hasta hacía segundos estaba a la vista de todos, después de ser dos o tres veces rozado por aquellas telas simplemente se desvanecía en el aire. Apenas menguaban los aplausos del admirado público, con dos o tres pases del mago, la persona volvía a aparecer en medio de los lienzos que simulaban flotar en la atmósfera al compás de una música suave.

El número deslumbraba a cuanto asistente acudía al circo y era tan bueno que ni siquiera la persona que era tomada de voluntaria lograba adivinar la ilusión del truco.

Quienes saben la historia, dicen que fue en la tercera función cuando se produjo un hecho que nadie nunca pudo explicarse.

Desde el primer día, entre los asistentes a cada función se encontraba una joven criada de las familias típicas del lugar. Siendo muy pequeña había sido encomendada a la señora de una de las casas célebres para atender los quehaceres domésticos.

La joven Brígida, como todos la llamaban, desde entonces vivía una vida al servicio de su señora. Esto no era una situación única para los usos del lugar, pero sin duda una triste realidad para el que le tocaba padecerla. Mucho se cuenta al respecto, están las versiones que recuerdan los trabajos casi serviles a los que se veía sometida, están los que relatan como era por momentos un objeto de diversión para los varones de la casa. Como sea, no era la más grata de las suertes la que le había tocado para su vida.

Brígica, asistió a todas las funciones del circo sin que alguien reparara en este hecho. Nunca llamaba la atención de nadie y tampoco lo hizo en esta ocasión.

Pero fue durante la tercera función que el ilusionista la eligió como voluntaria para su truco. Como ocurrió las otras veces, las telas comenzaron a girar entorno a Brígida, hasta que de golpe desapareció en medio de los aplausos del público. Tan solo que cuando el mago intentó regresarla, solamente apareció el vestido de percal que Brígida llevaba puesto.

Al final de la función, todos buscaron por cada rincón de la carpa para encontrarla. Se obligó al mago a confesar los pormenores del truco, fue incluso encarcelado bajo la acusación de haber facilitado la huida de una criada.

Finalmente el circo se marchó, sin que el mago pudiera explicar el fenómeno. Nadie supo a ciencia cierta que pasó con la joven Brígida.

Para algunos, se había entregado al mago y éste engañando a todos con sus trucos le permitió escapar esa noche para luego encontrarse en algún lugar una vez que el circo siguiera su rumbo.

Para otros, se condensaron sus deseos de desaparecer y así pudo verse libre de todo lo que la sometía continuamente.

Hay quienes creen que huyó, hay quienes dicen que descubrió lo que nadie pudo ver y así logró el escape perfecto.

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